El trabajo es la actividad que más horas ocupa en nuestro día a día después de dormir. Si lo pensamos así, la felicidad en el trabajo se vuelve de repente una prioridad en la vida de cualquier persona. Y es que las emociones nos acompañan allá donde vamos, también en nuestra vida laboral.
Conseguir la realización profesional y la felicidad en el trabajo es más que posible, pero para ello necesitamos contar con la mentalidad y la cultura empresarial adecuadas. ¿Te gustaría trabajar en la empresa más feliz del mundo? Toma buena nota de estos 10 consejos.
Las compañías más felices son las que dan y generan confianza. Frente al modelo dirigido, en el que el jefe actúa como una especie de figura paterna de los empleados, hay que apostar por el empoderamiento y confiar en que los trabajadores serán capaces de tomar buenas decisiones por sí mismos. Estas son las claves de la confianza en la empresa:
Las metas aportan estructura, motivación y sentido en el trabajo. Solo podremos trabajar de manera eficaz si tenemos claro hacia dónde nos dirigimos y remamos todos en la misma dirección.
Pero no todas las metas son iguales. Para que realmente resulten eficaces, debemos fijar objetivos que cumplan con estas características:
Los objetivos son importantes para la felicidad en el trabajo pero, paradójicamente, obsesionarnos con ellos nos impedirá alcanzarla. Y es que si estamos siempre pensando en lo que queremos conseguir, no apreciamos el momento presente y los logros del camino. Así que es importante mantener siempre una perspectiva adecuada y tener en cuenta que las metas no lo son todo.
Venimos de una cultura de trabajo en la que el fracaso está mal visto e incluso penalizado. Tanto es así, que a veces intentamos ocultar los fallos por miedo a acabar siendo despedidos. Pero los errores tienen mucho que enseñarnos.
Para poder mejorar en algo, tenemos que salir de nuestra zona de confort, y eso implica un riesgo de equivocarse. Pero no pasa nada, porque tras los fallos se esconden las mejores lecciones.
Mazagran y Frapuccino, Apple III y el iPhone... la historia está llena de fracasos empresariales que dieron pie a grandes éxitos. Si quieres trabajar en una empresa feliz, no tengas miedo a equivocarte.
Hoy en día, todos los grandes éxitos proceden del trabajo en equipo. Por eso, conectar con los compañeros es imprescindible para alcanzar la felicidad en el trabajo.
Crear un espíritu de equipo pasa por el día a día y los pequeños detalles, como desear el bien a los demás, alegrarse por los éxitos ajenos y hacer cosas juntos (aunque sea tomarse un café). De esta manera, la felicidad de uno se traducirá en la felicidad de todos.
En los últimos años, la ciencia ha confirmado uno de los secretos milenarios de la felicidad: conectar con nosotros mismos y con nuestro silencio interior. Nos pasamos la vida obsesionados con un sinfín de preocupaciones triviales, planes de futuro y arrepentimientos sobre el pasado. Las técnicas como la meditación nos ayudan a acallar todas estas voces y conectar con nuestra paz mental. Por este motivo, ya son muchas las empresas que incorporan el mindfulness en el trabajo como forma de reducir el estrés y estimular la productividad.
Por supuesto, en una empresa es necesario preocuparse por el rumbo profesional de los empleados, saber cómo están evolucionando en el cumplimiento de los objetivos y ofrecerles ayuda en caso necesario. Pero esa labor no termina ahí, sino que también es necesario preocuparse de cómo está cada persona a nivel emocional: qué cosas le preocupan, si tiene problemas en casa o personales... y ofrecer ayuda en todo momento. En una empresa feliz, los trabajadores son personas y no solo números.
Quizá la clave más importante de la felicidad en el trabajo sea sentir que el trabajo no nos está "comiendo" la vida, sino que podemos encontrar un equilibrio entre nuestras obligaciones laborales y el resto de nuestras vidas.
La flexibilidad horaria, poder trabajar desde casa o escoger libremente nuestras vacaciones son ingredientes imprescindibles para una buena conciliación de lo profesional y lo personal. Y conseguirlo está en manos de las empresas.
Alabar los logros supone la diferencia entre trabajar en un entorno motivador o desmotivador.
En un entorno desmotivador, las cosas bien hechas se dan por sentadas y lo malo se critica y se pone en evidencia. El resultado es que el trabajador siente que sus esfuerzos no son adecuadamente reconocidos y que no hay razón para dar lo mejor de sí.
En cambio, en un entorno motivador se elogia y se reconoce el trabajo bien hecho y se realizan críticas constructivas sobre los aspectos a mejorar. De esta manera, los empleados saben que su trabajo se aprecia y tienen indicaciones claras sobre cómo seguir mejorando.
Si queremos que el trabajo sea una fuente de felicidad y no una tortura, hay que ir con la mentalidad de pasarlo bien. Por supuesto, tenemos responsabilidades y objetivos que cumplir, pero eso no está reñido con echarse unas risas, compartir momentos de diversión juntos e irnos a comer o de fin de semana. ¡El ocio también es importante!