Por David Tomas, publicado el 30 octubre 2017
Érase una vez una compañía japonesa llamada Ferray Corporation, dedicada a la consultoría informática y al desarrollo de programas, webs y aplicaciones, que decidió mejorar la felicidad en la empresa y la motivación de sus empleados. Hasta aquí, todo normal... pero el método que idearon para conseguir un equipo feliz te sorprenderá.
El caso de Ferray Corporation: pon un gato en tu vida... o nueve
"¿Qué mejor para la felicidad en la empresa que estar rodeado de adorables felinos durante todo el día?", debieron de preguntarse los responsables de Ferray Corporation. Y dicho y hecho: la empresa adoptó nada menos que 9 gatos, a cada cual más adorable. (Si tú también necesitas una dosis de mininos, puedes ver sus aventuras en su cuenta de Twitter).
Ahora, los empleados de Ferray Corporation siguen dedicándose a la consultoría y al desarrollo informáticos, pero su día a día laboral también incluye una buena dosis de mimos y carcajadas. Por su parte, los gatos adoptados viven entre impresoras, ordenadores y escritorios y parecen estar más que contentos, ya que tienen compañía humana y felina durante todo el día.
"Pero con tanta distracción, la productividad será un desastre... ¿no?", te preguntarás. Al contrario: desde que adoptaron a los gatos, el estrés de los empleados ha disminuido y el ambiente personal ha mejorado, dando lugar a un incremento de productividad.
Por increíble que parezca, aunque estén rodeados de gatos que deciden echarse la siesta encima de su teclado, los empleados de Ferray Corporation trabajan más... porque son más felices. De hecho, la política ha sido tan exitosa que ahora la empresa también ofrece un bonus a los trabajadores que adopten un gatito.
La clave de la empresa feliz: escuchar a los empleados
¿Qué lección podemos extraer de esta curiosa historia? Que una empresa feliz es una empresa productiva, y una empresa feliz pasa por un equipo contento. Y para que las personas sean felices, el primer paso es que se sientan escuchadas y conocer qué les está generando un problema, para luego buscar una solución.
En esta empresa el jefe o líder escuchó a su equipo. Vio que no estaban bien debido al alto nivel de estrés y buscando una solución, muy a la japonesa, adoptó para la oficina un grupo de animales, porque el vínculo con animales se ha demostrado que ayuda a bajar los niveles de estrés.
Tampoco se trata ahora de que pongamos, todos y todas, felinos en nuestra oficina (que puede haber algún alérgico je je), pero para que haya un ambiente de felicidad en la empresa, el día a día del equipo debe adaptarse de alguna forma a las necesidades de cada uno y no solo a las del jefe.
Quizá tus empleados quieran poner sus propias fotos en las paredes, pintar la sala de reuniones de colores o simplemente comprar una cafetera nueva.
Ese tipo de pequeños detalles, aunque parezca que no aportan de manera directa a la productividad, ayudan a hacer que sientan el espacio como "suyo" y por tanto estén más motivados para ofrecer lo mejor de sí mismos.
O a lo mejor sus necesidades pasan por tener más flexibilidad en sus horarios de trabajo, organizar mejor las reuniones o disponer de cierto tiempo en su jornada laboral para desarrollar proyectos propios.
Sea como sea, un buen jefe o líder es el que se molesta en descubrir cuáles son estas necesidades y en dar respuesta a ellas de la mejor manera posible.
3 consejos de escucha para jefes
Cuando pensamos en comunicación, muchas veces lo primero que se nos ocurre es "hablar mejor". Pero hablar es solo una de las mitades de una buena comunicación (y probablemente sea la más fácil). La mitad que pasamos por alto más a menudo, y que es más importante para tener a tu equipo feliz, es escuchar. Para empezar, puedes proponerte poner en marcha estos tres consejos:
Dedica tiempo a escuchar a tu equipo. En medio del frenesí del día a día, en el que todo es urgente, no es raro que no dejemos tiempo para aquellas cosas que aparentemente no contribuyen de manera directa a los resultados de la empresa, pero que a largo plazo son las más importantes para una empresa feliz. Por eso, el primer paso para ser mejor jefe pasa por preguntarte si realmente dedicas tiempo a escuchar a tu equipo. Si la respuesta es "no", asegúrate desde ya de dejar un hueco de al menos 15 minutos, todos los días, para escuchar a tus trabajadores.
Ve más allá de lo profesional. Divorciar completamente la vida personal de la laboral incrementa la desmotivación y hace que vivamos pensando únicamente en el fin de semana, cuando podemos ser nosotros "de verdad". Por lo tanto, un paso importante de la escucha es descubrir a tus compañeros como personas y no solo como empleados. Así que la próxima vez que hables con uno de ellos, tómate cinco minutos para preguntarle un par de cosas sobre su vida y empezar a descubrir quién es y qué desea.
Escucha entre líneas. Uno de los errores más frecuentes es escuchar para contestar, y no para entender. Si estás centrado únicamente en dar forma a tu respuesta, te perderás un montón de detalles que pueden llegar a comunicar más que las palabras. Intenta pensar en el contexto de la conversación y en el contenido emocional de la misma para saber qué te están intentando decir realmente.
6 hábitos tóxicos para la escucha eficaz (que debes evitar)
Con los tres consejos anteriores, tienes mucho ganado para aprender a escuchar. Para seguir profundizando en la escucha activa, presta atención a estos seis hábitos tóxicos que que no deberías practicar si quieres que la otra persona sienta que le estás escuchando:
Ser un impostor. Esto es, mostrar todos los signos exteriores de la escucha (asentir, mirar a los ojos, repetir lo que la otra persona ha dicho...) mientras nuestra mente está realmente en otra parte.
Interrumpir. Al interrumpir a alguien, estamos transmitiendo el mensaje "lo que yo tengo que decir es más importante". Repetimos: hay que escuchar para entender, no para contestar.
Racionalizar. Es decir, estar siempre juzgando las palabras del otro e intentando encajarlas dentro de nuestra lógica, en lugar de preguntarnos sobre las emociones detrás del mensaje.
Mover la pelota a nuestro terreno. Si respondemos con expresiones tipo "esto no es nada, ¡mira lo que me pasó a mí!" o "te entiendo perfectamente porque a mí...", estamos cayendo en este hábito.
Refutar lo que la otra persona nos dice y llevarle la contraria constantemente.
Obsesionarnos con resolver el problema. Ofrecer ayuda muestra buenas intenciones, pero obstaculiza la escucha. A veces los problemas no tienen solución inmediata, o la solución está fuera de nuestro alcance.
Aprendiendo a escuchar sinceramente, entendiendo qué genera estrés o malestar en tus compañeros de equipo, es cuando podrás buscar soluciones para fomentar la felicidad en la empresa y una mejor conciliación con la vida laboral.