El Design Thinking es una metodología de trabajo que se basa en buscar soluciones a cualquier problema o superar retos a través del trabajo colaborativo y en equipo y fomentando la creatividad, innovación y lo lúdico, que son claves para crear una empresa feliz.
El Design Thinking sirve para superar retos, resolver problemas y detectar necesidades a partir de la creatividad e innovación, pero siempre poniendo especial énfasis en el trabajo en equipo y colaborativo. Para ello se distinguen cinco fases:
Empatía: en esta primera fase deben investigarse las necesidades que tienen los usuarios y entenderlas desde la empatía. Esto implica ponerse en el lugar de esos usuarios e intentar ver esas necesidades desde su punto de vista para poder buscar una solución que pueda satisfacerles.
Definir: una vez identificadas esas necesidades se debe analizar toda la información que se tenga sobre ellas para poder definir el problema central.
Idear: en esta tercera fase hay que analizar esas necesidades y buscar todos los posibles problemas que pueden ocasionar, ya que es la única forma de poder encontrar soluciones satisfactorias.
Prototipar: una vez identificados los problemas se deben buscar soluciones para cada uno de ellos, lo que implica construir un producto o servicio que pueda ayudar a los usuarios.
Probar: una vez diseñado y creado el producto o servicio, antes de comercializarlo es necesario probarlo y evaluarlo. En función de los resultados obtenidos es probable que haya que hacer algunos cambios o modificaciones.
En el Design Thinking es fundamental pasar por las cinco fases, ya que todas son igual de importantes.
El Design Thinking se caracteriza por entender los problemas y necesidades de los usuarios, por lo que es importante la interacción y la escucha. Además, es una metodología de trabajo que promueve el trabajo en equipo, ya que se considera que las mejores ideas y las mejores soluciones surgen de la colaboración. Esto significa que no solo se escucha al cliente objetivo, también a cada uno de los miembros del equipo, porque se considera que todas las ideas son igual de válidas y útiles para poder llegar a ese producto o servicio que satisfaga las necesidades del usuario.
Otra característica del Design Thinking, y que está muy relacionada con la idea de crear una empresa feliz, es que se deja espacio para lo lúdico. Esto ayuda a que el proceso de creación sea mucho más fructífero y que se trabaje de una forma mucho más creativa, lo que da mejores resultados.
Se ha podido comprobar que el Design Thinking tiene numerosos beneficios para la empresa, siendo el principal que fomenta la innovación y creatividad. Pero, además, al centrarse en las necesidades del usuario desde una perspectiva empática, los resultados son mucho más exitosos.
También cabe destacar que promueve el trabajo en equipo y la colaboración multidisciplinaria y las soluciones a cualquier problema o reto se presentan desde un enfoque mucho más creativo.
Lo único que hay que tener en cuenta es que es una metodología de trabajo que debe introducirse poco a poco en la empresa, sobre todo si se está utilizando un método que poco o nada tenga que ver. Se puede empezar con un grupo pequeño formado por personas que pertenezcan a departamentos diferentes y, sobre todo, con la ayuda de un software para gestionar proyectos colaborativos, ya que facilitará mucho el trabajo.